jueves, 20 de noviembre de 2008

Gotas de Felicidad




















Lluvia, heladas lágrimas de un rostro gris que lleva millones y millones de años derramando delicadas gotas del elixir vital de un planeta que existe en algún rincón del universo, dejandose llevar por una fuerza invisible que le hace girar. ¿Alguna vez no se ha lamentado alguien de verse atrapado en medio de una lluvia cerrada, copiosa, de esas en las que te empapas igual tengas o no tengas un paraguas? Y puedo preguntarte... ¿qué es lo que tanto te aflige? Si, tengo curiosidad, poque a mi una lluvia de esas me da un sentimiento, algo así como un súbito ataque de vitalidad, de pronto parece que el mundo está vivo. ¡Y bien vivo! Porque todo huele mejor, porque la frescura que irradia de la tierra es de lo más deliciosa y porque el frío que llega hasta los huesos te hace recordar que no eres sólo un automata esclavo de un trabajo, ni de nada, porque de pronto, como de golpe, como un chubasco que cae de repente sobre tu cabeza, te das cuenta de que estas ahi, sea donde sea, con frio, con emocion, con miedo o lo que sea que surja en ti. Y sea como sea, la lluvia hace surgir de repente un pequeño deseo infantil de saltar en los charcos, de dar vueltas mientras las gotas recorren tu faz, de sacar la lengua y averiguar a que sabe, todo un mar de sensaciones increibles que llegan de gratis, cuando menos lo esperas, y que se van como llegan, en un momento. Y como no disfrutarlo cuando miras a los demás, allí preocupandose por nada, y tu, tu que estás amando el momento, te sabes feliz, mucho más feliz, porque en donde los demás ven gris, tu ves sueños, infancia, deseos, emocion, en sintesis, un mundo empapado de color. Y entonces es cuando reaccionas y te dices a ti mismo, que haz encontrado una de las gotas que han caido de la botella de la felicidad.

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